Desde hace un buen tiempo a esta parte se viene hablando de la famosa “grieta”, que en muchas ocasiones se transforma en un abismo insalvable donde se evidencian posiciones irreconciliables de posicionamientos políticos, institucionales, visión de futuro y entendimiento disímil de un pasado reciente y no tan reciente.
La política por esencia es el arte del consenso, del diálogo y de los acuerdos. Sin embargo, éstos sólo son posibles -o viables- cuando existen “principios incuestionables” donde hay ciertos temas que están fuera del ámbito de discusión, donde no se duda, no se cuestiona; sino que se reafirman y se fortalecen estos basamentos o cimientos de la República y de la convivencia democrática.
Cuando la discusión política entra en puja con el sistema de convivencia democrática e institucional se produce la fricción de los sectores y es ahí cuando la grieta o el abismo se socava aún más.
Por dar algunos ejemplos: cuando se pone en tela de juicio el rol de la justicia o se la trata de influenciar o cooptar; cuando la propiedad privada se cuestiona; cuando el derecho a circular queda a merced de algún funcionario; cuando se patrullan las redes o los medios de comunicación; cuando se pretende adoctrinar a los educandos; cuando se vulnera la autonomía distrital; cuando se dispone del estado si fuera propio -entre algunos ejemplos recientes- es cuando gran parte de la sociedad y de la dirigencia reacciona, y en buena hora que así sea.
¿Qué sería de los ciudadanos argentinos si parte de la dirigencia política no reaccionara, no denunciara, no pusiera el grito en el cielo, aún en estos tiempos difíciles? Si todo sería lo mismo, si todos serían iguales, oficialismo y oposición ¿Qué pasaría? Si toda la dirigencia política justificara el robo de vacunas con un simple “colarse en la fila” como dijo el Presidente; o tener unánime simpatía por algunas dictaduras caribeñas, justificando la violación sistemática de los derechos humanos de éstas o mostrar beneplácito con el terrorismo y la alineación con la marginalidad de los países de occidente.
Por estas y otras cuestiones ¡¡¡Viva la grieta!!! ¡¡No todos son lo mismo!! Aún hay voces disidentes que evidencian que hay, cuanto menos, otros modelos de país bien diferentes.
¿Se puede dialogar con un gobierno que empezó siendo moderado y tiende cada día a radicalizarse más? ¡¡Entiendo que sí y se debe dialogar!!, más aún frente a la complejidad de la Argentina siempre que los acuerdos no comprometan la institucionalidad ni los principios democráticos ni republicanos porque otra cosa implicaría la claudicación lisa y llana a los principios que decimos defender, para algunas cuestiones no hay medias tintas, hay temas que no son negociables, aunque a muchos le molesten los ruidos de la disputa.
El diálogo, el acuerdo deber ser una constante imprescindible entre aquellos que no ponen en tela de juicio los basamentos del sistema institucional predispuesto, entonces las discusiones versarán sobre los matices en la paleta de colores de las ideas y las propuestas de distinta índole en estos tiempos difíciles donde la república cruje frente a las embestidas reiteradas y variopintas del poder gobernante.
Dr. Lucio Q Tezón
Abogado – Ex Pte HCD – Pergamino
Co-fundador PRO-Pergamino
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